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Una guía para la superación cotidiana

Hay momentos en la vida en los que nos podemos sentir perdidos. Hay situaciones que nos superan y otras que nos asustan tanto que creemos que no podremos superarlas. Para mí, la mejor manera de enfrentarme a cualquier situación es volver a la base. Entender que los recursos necesarios para superar las amenazas están en mi y no fuera.

Por eso, tener una guía que me oriente en los momentos difíciles hace que me resulte más fácil plantearme la estrategia.

Seis principios básicos que aprendí hace años con un gran maestro de la vida. Seis principios que pueden ayudarnos en un momento determinado de nuestra vida en el que no seamos capaces de encontrar el camino adecuado. No son únicos, pero son los que en mi caso siempre han servido como pilar y como guía.

Honradez, cortesía, prudencia, perseverancia, autocontrol y espíritu incansable.


El primero, la honradez que según la RAE significa “rectitud de ánimo e integridad en el obrar”, no es más que una manera de ser que siempre nos va a permitir mantener nuestra cabeza bien alta ya que sabremos que lo que hacemos está hecho con una conciencia limpia y una intención correcta.

La cortesía es aquella actitud que practican los inteligentes, como diría un sabio, ya que nos abrirá muchas puertas que de otra forma siempre permanecerán cerradas.

Cuando hablamos de prudencia estamos haciendo referencia a esa persona que prefiere escuchar antes que decir lo primero que le viene a la cabeza. Aquella que toma decisiones desde la seguridad de la reflexión y la meditación. Hoy en día a mucha gente se le olvida este punto y comete errores por dejarse llevar por el impulso del momento.

Perseverancia. Esta es la herramienta indispensable para aquel que quiere conseguir un resultado. Prácticamente nada que merezca realmente la pena se consigue en poco tiempo y de manera fácil, pero si aplicamos la perseverancia y la acuñamos con la prudencia de ser pacientes, podremos conseguir cualquier cosa que nos propongamos. Un camino de mil kilómetros empieza por un solo paso, pero debemos estar dispuestos a dar el siguiente y el siguiente, hasta terminar lo que hemos empezado.

El autocontrol es nuestro regulador, nuestro seguro. En nuestra vida existen muchas situaciones en las que podemos perder el control de nuestros actos. Esto puede que tenga consecuencias directas, como el accidente de coche por exceso de velocidad o alcohol, o puede que no tenga consecuencias directas, pero a la larga, una persona que no está acostumbrada a dominarse siempre estará condenada a ser esclava.

Por último tenemos el espíritu incansable. Todos tenemos por dentro un motor, una energía que nos mueve y que nos impulsa pero como cualquier músculo se debe trabajar para que pueda desarrollar su potencial. Este principio va de la mano con la perseverancia, pero va más allá porque cuando ésta flaquea tenemos que tirar de nuestra fuerza interior para seguir sin descanso hasta lograr lo que nos propongamos, desde terminar una carrera hasta ser felices con lo que tenemos.

Como conclusión diría que vivir una vida sujeta al intento de controlarlo todo, a la exigencia desmesurada o las reglas puede volvernos rígidos y esclavizar nuestros corazones. Por otro lado una vida sin ninguna regla y sujeta a los meros impulsos también nos hará prisioneros de las circunstancias. Por lo tanto, mantenerse en el equilibrio entre los dos extremos es para mí la idea que más se parece a la libertad.




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