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Condropatía y dolor de rodilla

Se conoce como Condropatía la lesión del cartílago articular de la rótula. Se caracteriza por dolor en la parte anterior de la rodilla. Se clasifica en cuatro grados según su extensión y severidad.

Desde hace tiempo se prefiere usar este término ya que el conocido síndrome de Condromalacia rotuliana se utilizaba para la mayoría de dolores de la cara anterior de la rodilla y esto no es correcto, ya que este dolor tan común puede ser producido por un desgaste del cartílago o por otros motivos. De esta manera, cuando queremos hacer referencia a la lesión del cartílago articular decimos Condropatía.

Los movimientos repetidos que producen compresión del cartílago y los traumatismos reiterados en dicha articulación son factores físicos que pueden producir esta patología. Estructuralmente la alineación de la rodilla o la posición de la rótula también pueden influir en dicho cuadro clínico.

Mediante la exploración física es complicado diferenciarla de otros procesos que generen dolor en la rodilla. La Resonancia Magnética es bastante sensible en lesiones avanzadas pero en las que están comenzando tampoco es del todo fiable. El mejor diagnóstico para diferenciarla es la artroscopia. Si el dolor persiste después de haber tomado medidas y corregido las causas que empeorarían el cuadro es recomendable realizar esta prueba diagnóstica para valorar el grado de lesión del cartílago.

Pasos a seguir para combatir esta patología que no posee cura pero sí podemos hacer que remita el dolor y mantenerla controlada.

1.- En caso de necesitarlo, perder peso. Las rodillas soportan la carga corporal y lógicamente cuanta más carga tengan más sufrirán, así que reducir los kilos de sobra que hay sobre ellas es una elección más que acertada.

2.- Después de cada sesión de entrenamiento o cuando aparezca dolor colocar hielo en la zona superior de la rótula. Esto reducirá la inflamación y nos aportará un efecto analgésico.

3.- Realizar un estiramiento de cuádriceps. Con esto nos garantizamos que la rótula no se mantenga tan comprimida y genere presión sobre el cartílago. A esto hay que añadir el estiramiento de los isquiotibiales (parte posterior del muslo), ya que es muy eficaz a la hora de aliviar los síntomas.

Estirar siempre es importante pero en el caso de esta patología es fundamental porque hay que eliminar la tensión muscular que oprime la articulación e incide en el cartílago.

4.- Fortalecer el vasto interno. En muchos de los casos existe un desplazamiento de la rótula hacia el lateral debido al elevado tono del vasto externo frente al interno. Esto se debe paliar con ejercicios específicos que fortalezcan el vasto interno y recoloquen dicho hueso en su sitio.

No bastará con dedicarle 5 minutos al día, 2 días a la semana. Se trata de desarrollar la masa muscular de esta zona muscular en concreto y del cuádriceps en general por lo que tendremos que dedicarle más tiempo de entrenamiento y más días de trabajo.

5.- Técnicas fisioterápicas. El masaje relajante de la musculatura adyacente a la articulación, así como el tratamiento del tendón rotuliano ayudan a la eliminación de la tensión de la que antes hablaba para aliviar el dolor y descomprimir la rótula.

6.- Una alimentación sana. Existen nutrientes que favorecen la recuperación y disminuyen la inflamación. La lisina por ejemplo, es un aminoácido que favorece la absorción de calcio y la producción de colágeno. Ésta podemos encontrarla en las legumbres, algunos tipos de pescado y los frutos secos. La vitamina C que actúa como antioxidante natural, también participa en la producción natural de colágeno y por tanto en la regeneración de tejidos conectivos.

7.- Identificar la causa que esté generando dicha lesión. Quizá el tipo de entrenamiento que realicemos no sea el adecuado, ya que estemos sobrecargando la articulación y no tengamos el debido reposo que necesitamos para compensar. Una mala ejecución de la técnica podría ser también motivo de conflicto.

8.- En caso de que el dolor sea incapacitante dejaremos que la articulación de la rodilla descanse durante unos días. Esto no significa dejar de hacer ejercicio sino adaptarnos a la situación. El tren superior podremos seguir trabajándolo y las piernas se pueden seguir moviendo aunque las liberemos de la carga habitual de entrenamiento.

9.- Trabajar en el agua. Una buena forma de fortalecer el tren inferior sin necesidad de someterlo a impacto excesivo es el trabajo en la piscina. En un grado elevado de lesión podemos incluso caminar dentro del agua. A medida que vayamos notando mejoría podremos ir trabajando a mayor intensidad hasta realizar ejercicios de natación.

Cuidado con la técnica de “pateo” en la piscina. El gesto técnico de la patada nace desde la cadera. Si realizamos una mala ejecución de la técnica de pierna podremos incidir en la lesión. Descartaremos la patada de braza por la torsión que requiere.

Esta lesión puede llegar a ser un elemento de desmotivación importante debido a su mala recuperación y al dolor que produce. No por ello debemos dejar la práctica deportiva, todo lo contrario, debemos seguir realizando actividad física con rigor pero siendo conscientes de que tendremos que descansar la rodilla al menos hasta la desaparición del dolor.

Alimentarnos bien, recuperar después de cada entrenamiento con baños fríos, hielo y estiramiento o perder peso pueden ser factores determinantes a la hora de enfrentarnos a la condropatía.

Una vez que desaparezca el dolor tendremos que ser meticulosos para encontrar la causa que nos provoca dicha situación porque si seguimos cometiendo los mismos errores, seguiremos cayendo en las mismas lesiones.

Una lesión de este tipo puede ser algo negativo o muy positivo según se mire, ya que gracias a ella podremos mejorar ciertos aspectos que quizá hubiéramos pasado por alto de no haberla padecido.



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